octubre 29, 2015

 Pàg.  13
NAUFRAGIO                                                                                                       


El violento temporal había dado vuelta al pequeño bote.
Sus ocupantes, una pareja joven, fueron lanzados bruscamente a las heladas y revueltas aguas del mar.
El alcanzó  a asir fuertemente la mano que ella, presa del pánico, le tendía. Intentó avanzar braceando con su brazo libre, pero los movimientos espasmódicos del cuerpo de la mujer, unida a él por la mano con la que la aferraba, se lo impedía. No sabía cuanto tiempo mas podría resistir en esa situación. En su desesperación pensó que el inevitable final de ella seria también el de él.
Pero no le importó.
No quería morir.  Se sintió dominado por un impulso instintivo, irracional.
Y la soltó.
Luego de haberlo hecho, en un primer momento tuvo una sensación de alivio. No sentía culpa alguna. Solo pensaba ahora en concentrarse para ponerse a salvo.
Pero su situación no mejoró, Por el contrario, empeoró.
Las fuerzas lo abandonaban.  Apenas pudo ver la cabeza y los brazos de la mujer agitándose, que asomaban y desaparecían sacudidas por el furioso oleaje.
Rápidamente fue perdiendo la noción de todo. Con esfuerzo pudo mirar hacia donde la joven se debatía para mantenerse a flote. Distinguió a un par de guardavidas que  le colocaban un flotador y la conducían a salvo hasta la costa.
El agua siguió inundando sus pulmones. Después su cuerpo, como atado a un gran cubo de plomo, se fue hundiendo inexorablemente  en el oscuro y profundo fondo del mar.


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