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El debate era acalorado. Todos se interrumpían entre sí sin que
ninguno pudiera terminar de expresarse; las voces se superponían unas a otras
en forma constante. En un momento
dado, imprevistamente, se hizo un total silencio.
Entonces, todas las expresiones contenidas dentro de las bocas esperando ser pronunciadas emergieron al unísono, cada vez con mayor intensidad, yendo desde un inicial murmullo hasta un griterío ensordecedor. Primero fue un sonido grave, sordo, golpeando y rebotando con fuerza sobre el mobiliario y el pecho de los asistentes . Luego fue recorriendo las frecuencias crecientes del espectro sonoro, hasta convertirse en un tono agudísimo e insoportable. Los vidrios de los ventanales se hicieron pedazos y las bombillas de iluminación comenzaron a estallar; sus afilados trozos a caer sobre las cabezas de la gente.
Los asistentes, lastimados y con sus tímpanos a punto de estallar, huyeron despavoridos del salón.
Entonces, todas las expresiones contenidas dentro de las bocas esperando ser pronunciadas emergieron al unísono, cada vez con mayor intensidad, yendo desde un inicial murmullo hasta un griterío ensordecedor. Primero fue un sonido grave, sordo, golpeando y rebotando con fuerza sobre el mobiliario y el pecho de los asistentes . Luego fue recorriendo las frecuencias crecientes del espectro sonoro, hasta convertirse en un tono agudísimo e insoportable. Los vidrios de los ventanales se hicieron pedazos y las bombillas de iluminación comenzaron a estallar; sus afilados trozos a caer sobre las cabezas de la gente.
Los asistentes, lastimados y con sus tímpanos a punto de estallar, huyeron despavoridos del salón.
No pudieron requerir auxilio alguno. Ni una sola palabra quedaba
en sus gargantas.
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