octubre 29, 2015

Pág. 17

LA  VOZ  INTERIOR                                                          


- Escribe ahora – dijo el hombrecito calvo, casi anciano, de nariz prominente y mirada profunda.
Nunca fuí escritor; no pergueñé mas que alguna mediocre composición en la primaria; siempre me resultó dificultoso enhebrar una decena de oraciones coherentes.
Pero  el  imperativo  no  dejaba  lugar  a  dudas  sobre  lo  que  debía hacer, y lo hice.
El hombrecito me dictó de corrido, con puntos y comas, el cuento breve mas disparatado   que pude conocer. Después guardó silencio.
- Y el Autor? Cuál es su nombre? – le pregunté.
El radio reloj inundó con las primeras noticias del día mi habitación. Los escasos veinte minutos de que disponía para ducharme, vestirme y desayunar, se evaporaron antes de darme cuenta de que ya estaba viajando hacia mi empleo apretujado en un colectivo. No  tuve tiempo para pensar en el hombrecito de mi sueño ni en lo que me había dictado.
Ni durante ese día, ni en las siguientes dos semanas.

***

 Los lunes siempre me pasa. Recién al mediodía puedo dar una ojeada al periódico, mientras consumo un sándwich y una gaseosa en el bar de la esquina de la oficina.
- “Casa Cultural organiza Concurso de Cuentos breves de tema libre”. – Por qué no?
Tal vez pueda reconstruir el tema de mi sueño. Todo era cuestión de transcribir lo mas fielmente posible cuanto me había sido dictado.
Mi cuento ingresó al Concurso, fue seguramente leído, valorizado y olímpicamente descartado por ausencia de mérito. Eso fue lo que pensé al enterarme que no había figurado para nada entre los Premios y Menciones otorgados.

***

Los lunes siempre me pasa. Aunque haya transcurrido caso un año. Mediodía,  bar,  periódico .  Página 62,  Sección  Literaria,  Nuevos Escritores. Un  título,  un  libro de  Cuentos breves  de  éxito  en  las Librerías. Una Obra publicada en la página. Mi Cuento! Pero el nombre del autor no es el mío…

***

 Su  Señoría hizo lugar a mi reclamo y dispuso un careo con el demandado. Al fin podría conocer al usurpador!
- Mantiene Usted ser el verdadero autor de este Cuento ? – inquirió el Juez.
- Sí, Su Señoría – respondió con voz fuerte un hombrecito calvo, casi anciano, de nariz prominente y mirada profunda.

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