La Humildad del Corazón Pág. 14
* Hay un cúmulo de evidencias históricas que podrían citarse sobre
poderosos y famosos personajes que, autoconvencidos de que tenían un mensaje ó
acción particular que dar al mundo, dedicaron todos sus esfuerzos a ello, - aún
a costa de la vida de muchos de sus semejantes -, pensando en perdurar, sin
lograrlo.
Pero tal vez baste con referencias mas domésticas, ya que todos sabemos
de alguna persona conocida, allegado ó familiar, de la cual pensamos que iba a
quedar por mucho tiempo en la memoria de quienes lo trataron, y a la que se olvida al poco
tiempo de su desaparición.
* No quiero decir que no haya seres que no hayan realizado una obra
perdurable. Pero sí que cuando se antepone la emisión del propio mensaje a la
recepción del mensaje de la vida, pareciera que el devenir juega en contra.
* Cuando además se usa el paso de los años en nuestra vida para
fortalecer la creencia de que cada vez hemos ido acumulando mas conocimiento y
sabiduría, afirmando cada vez como mas importantes nuestros convencimientos,
trasladamos la callosidad de nuestros pies a nuestra mente, y sobre todo a
nuestro corazón.
Quien no conoce algún “pesado” que se erige en consejero de quien nunca
le pidió consejo, invasor de la intimidad de otros sin que nadie les haya
abierto la puerta, moldeadores de la personalidad ajena pretendiendo enseñar
como ser libres, y tantas calamidades por el estilo?
* Para no desdecirme, diré que no pretendo ser original con este
pensamiento, todo lo contrario.
Mas aún; permítaseme confesar que a veces intuyo, sinceramente, que todo
lo que tenemos imperiosa necesidad de decir tal vez no le interese mayormente a
nadie, y hasta no resulte muy útil, ni a ellos ni a nosotros.
Que tal vez no estemos aquí para dejar ninguna obra particular, sino
para aprehender, renovarnos y asombrarnos cada día con la inmensa perfección,
el profundo y evidente mensaje que la Vida nos dá con su sola existencia.
Que lo mas importante no sea mantener un compromiso con lo que nosotros
pensamos, y que sea esa actitud de Simpleza y Sencillez la que nos permite
descubrir la esencia y el sentido de las cosas. Actitud que no siempre tiene
origen en una deducción mental.
Es bien conocida la frase que Saint-Exupéry pone en boca del personaje
del zorro en El Principito ‘Lo
esencial es invisible a los ojos’. Pero a esta la precede otra, menos citada:
No se ve bien si no es con los ojos del corazón.
Original de 1996
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